La primera serie de la muestra expone un conjunto de fotografías a colocarse en la pared principal de la sala. Estas retratan a un número de personajes caracterizando un ideal de mujer elegido por el mismo personaje a retratarse. Este constructo será ubicado dentro de un escenario idealizado propuesto por los artistas. La serie resume la consumación (o materialización) de una imagen (idea, ideal) del retratado a través de la producción y construcción de la misma por parte de los artistas. Entendemos que, el travestismo, entre los muchos aspectos que lo conforman, es una manera particular de abarcar la femineidad. En muchas ocasiones, el travesti construye su imagen a partir del referente femenino (física y conductualmente), sin embargo lo supera, lo perfecciona, lo sustrae de las otras responsabilidades que implica la condición femenina para que, una vez depurada esa imagen, obtenga esa versión autenticamente sintetizada de la mujer. No se puede mencionar necesariamente, que se trata de una celebración, de un homenaje. Es simplemente, un rediseño, un upgrade. La secuencia de fotos son, a su vez, un producto en coautoría con los participantes, es aquí donde radica su característica más distintiva.
Rosita Chávez fue la primera modelo para esta serie. Cuando se le solicitó su participación en FACADE se le pidió ubicar el personaje de su elección. Nos contó su experiencia durante una toma de Ayahuasca, hace un par de años. En ella se visualiza como “una diosa de la selva que sale con el cuerpo azul y mariposas pegadas en el cuerpo y con una culebra”. La imagen entregada por ella me evocó a La Encantadora de Serpientes de Rousseau, por su carácter enigmático, lunar y arquetípico. La sesión fotográfica fue hecha en Cieneguilla, hace casi un mes, tras lo cual, le pedimos a Rosita que escriba un texto a partir de su experiencia con el personaje. Su aporte a continuación.
Foto: Álex Luna |
Mi raíz tras mis raíces
He tomado la raíz para ir tras de mis raíces. Encontré cosas bonitas, feas y mías.
Le pregunté y la Mamita me aseguro que yo era parte de la naturaleza por esas mismas cosas y no al contrario. Todo lo que me dicen tóxico no era yo sino que yo era mariposas, como los árboles y el sol lo son para los otros. Las mariposas eran yo, el cambio que quería para mí. También al prendérmelas al cuerpo como joyas.
No logro hacia los lados pero no me preocupo ya que soy sólo proceso. No tienes pena, eres cambio. Olvida el pasado, ya pasado está. Las ramas se rompen a mi paso.
Color del azul divino que lo llena todo. No soy un dios sino una diosa a contraluz, vestida con retazos de tela y mechas de pelo, pero más baja, con mi cara de niñez.
Nos vimos cara a cara con la serpiente y nos presentamos habitualmente.
Me mantengo pura hacia los demás.
Rosita Chávez
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